La alimentación y el estilo de vida influyen en el 40% de los casos de cáncer. Hay muchos otros factores, pero la alimentación es uno de los más importantes y sobre el que se ha investigado bastante. En el presente artículo, vamos a centrarnos en cómo conseguir una mejor calidad de vida en dos partes del proceso, el durante y el después, obviando la prevención.
La alimentación durante el tratamiento
Los estudios afirman que la alimentación junto con el ejercicio físico adaptado a cada paciente, ayudarán a tener un mejor estado nutricional, e indirectamente, a tolerar mejor los tratamientos oncológicos y aliviar los posibles efectos secundarios.
Y, ¿cómo consigo un buen estado nutricional? Durante el tratamiento oncológico no tenemos porque seguir dietas concretas. Si, antes del diagnóstico, los hábitos eran muy malos, éste puede ser un buen momento para cambiarlos, pero paulatinamente. No podemos pasar al extremo de seguir una dieta restrictiva y mucho menos realizar dietas sin fundamento científico. Este tipo de dieta pueden hacer perder mucho peso al paciente y, como consecuencia, empeorar su estado nutricional. La pérdida de masa muscular puede ocasionar que haya una menor tolerancia a los tratamientos, y que tengamos más efectos secundarios.
Tampoco es necesario eliminar grupos de alimentos de nuestra alimentación habitual, si no hay una restricción por parte del equipo médico. Hay muchos mitos acerca de este punto en concreto que surgen de confundir los estudios que se están llevando a cabo sobre prevención de cáncer con las pautas a seguir durante el tratamiento oncológico, y no son extrapolables. Si empezamos a retirar grupos de alimentos por los mitos que los rodean será muy complicado cumplir las necesidades energéticas y proteicas necesarias provocando un empeoramiento del estado nutricional. El paciente debe ser tratado por un dietista-nutricionista colegiado, que irá adaptando la alimentación en función de los efectos secundarios que vayan surgiendo. En el sistema nacional de salud, hoy por hoy, no existe la figura del dietista-nutricionista.
Pese a estas recomendaciones, la alimentación no es lo más importante de un proceso oncológico sino que lo es el tratamiento. Es por esto que nunca podremos decir que la alimentación cura el cáncer.
La alimentación después del tratamiento
En cuanto al proceso después del tratamiento oncológico, nuevamente es importante una buena alimentación conjuntamente a la realización de ejercicio físico. Esto nos ayudará a tener una mejor recuperación por un lado, y también a prevenir otros tipos de cáncer y otras enfermedades relacionadas, como son las cardiovasculares o metabólicas, como la diabetes. Día a día hay más investigación sobre el efecto de la alimentación y el ejercicio físico en las recidivas de ciertos tipos de cáncer, aunque todavía no hay evidencias que permitan extraer conclusiones.
Respecto al tipo de alimentación para después del tratamiento, según los organismos internacionales, deben seguirse las recomendaciones generales para la prevención del cáncer, que no son otras que las dirigidas a la población general a no ser que por prescripción médica esté contraindicado.
La alimentación mediterránea
Teniendo en cuenta que la palabra dieta está estigmatizada y tiene connotaciones negativas, hablaremos de alimentación mediterránea. Dado que ésta se compone de productos accesibles y cercanos, se presenta cómo la alimentación ideal. Además, está demostrada su efectivada respecto a la prevención de las enfermedades cardiovasculares y metabólicas, así como de ciertos tipos de cáncer.
La pirámide de los alimentos es una buena herramienta para explicar qué tipos de alimentos se deben consumir. Tal y cómo podemos ver en la siguiente infografía, no aparecen ni productos de bollería, ni galletas, ni alcohol.
En la base estarían los productos de origen vegetal: frutas, verduras y legumbres. Se considera que se deberían consumir dos raciones de verduras al día y tres raciones de fruta al día. También se recomiendan entre tres y cuatro raciones de legumbres a la semana. No debemos focalizarnos en un vegetal en concreto, sino que cuanta más variedad haya mucho mejor.
En el segundo peldaño estarían los hidratos de carbono (pan integral, pasta integral, avena, cuscús, quinoa). Y justo encima está la proteína, que es uno de los nutrientes más importantes durante el tratamiento oncológico porque puede ser que las necesidades estén más aumentadas. Se pueden consumir lácteos siempre y cuando se toleren, sino se puede pasar a los productos sin lactosa o las bebidas vegetales, aunque estas últimas deberían ser enriquecidas en calcio.
Por último, están las grasas saludables. El rey de la alimentación mediterránea entra en este peldaño, el aceite de oliva virgen extra. Además, se recomienda limitar el consumo de sal y azúcares añadidos mientras que se anima a disfrutar de las hierbas aromáticas y especies. Estas últimas no tienen propiedades milagrosas, pero proporcionan una variedad de sabores diferente y por lo tanto ayudan a recudir el consumo de sal.
En cuanto a las bebidas, el agua es la más recomendada. Los últimos estudios demuestran que NO hay dosis de alcohol libre de riesgo, por lo que se insta a consumo cero. Por lo contrario, se ha evidenciado que el consumo de alcohol está directamente relacionado con siete tipos de cáncer diferentes. Es un buen motivo para eliminarlo por completo de nuestra alimentación.
Encuentros Digitales Xemio
Cada mes realizamos una nueva sesión de Encuentros Digitales Xemio. Puedes ver la sesión completa de "Alimentación y cáncer: qué tipo de alimentación seguir durante y después del tratamiento oncológico" en el siguiente vídeo: